Con la colaboración de:
Proyecto
expositivo que aglutina tres trabajos fechados entre 2015 y 2016:
- Antinatural.
2015
- Asterisco.
2015-2016
-
Memoria/olvido. 2015
Esta es una
oportunidad para ayudar a plantear/reflexionar sobre la fragilidad vinculada a
la condición humana y situaciones que nos marcan modelos de conductas
artificiales.
ANTINATURAL (2015)
Las
relaciones humanas y las tensiones generadas por su convivencia animan a
plantear estas piezas de componente hermético y aséptico que engañosamente dialogan
desde la parte más distante de nuestra condición: el cuerpo, a través del frió
metal. Tres piezas se enseñan aquí bajo este epígrafe:
- La luz,
que es soportada por una pinzas quirúrgicas que a las vez son soportadas por
unos resortes. Luz fría, emancipadora, que si bien ilumina también genera
espacios de incertidumbre. Pendiente de alcanzar su plenitud ante la poderosa
garra (desgarradora) de la inquietud del cuerpo, caduco, al igual que su luz.
- Los
recuerdos, una fotografía adquirida en el Persa Bio-Bio de Santiago de Chile en
el año 2015, donde un grupo de escolares de los años 60 abandonan su identidad,
para ahora transcurridos unos cuantos años verse recogidos en una caja de
acrílico inundada de hilos y agujas de sutura como símbolo de la memoria que ha
de construirse a través de múltiples experiencias de sangrado y cocido, hasta
alcanzar la madurez ahora enigmática de aquel grupo de jóvenes con ilusiones
pasajeras.
- Las
tensiones, puesta en escena teatralizada entre tiranteces múltiples, diferentes
elementos con diferentes usos en la cotidianeidad hablan del esfuerzo que
supone la relación entre individuos o colectivos. Otra vez piezas quirúrgicas
que esta vez sacadas de su contexto ya no desgarran carnes, ahora soportan en
sus extremos la fuerza de la compresión de su uso.
El asterisco
ahora se interpreta como comodín (Se entiende por comodín aquel símbolo
que sustituye a cualquier carácter o grupo de caracteres), y éste como el
elemento funcional que es capaz de sustituir a cualquier otro según nuestra
conveniencia.
De esta manera las cuatro composiciones aquí presentadas
bajo este epígrafe adquieren la idea de sustitución o de fórmula donde esté
símbolo va más allá incluso de la función planteada.
en la parte inicial tres piezas se agrupan en una pared para
generar una especie de gran fórmula matemática, vuelven a incorporarse
elementos médico/quirúrgicos como constantes en la fórmula, nos remiten desde
la concepción de los nuevos tiempos _tríptico entre corcheas con fotografías de:
cementerio de disidentes en Valparaíso; gran mesa de piedra ceremonial en la Isla del Sol, Lago Titicaca, donde en
tiempos antiguos se sacrificaba a las jovencitas vírgenes que eran criadas en
la Isla de la Luna en honor a Viracocha, donde en teoría se invirtió el giro
del planeta, el oeste pasa a ser el este; y agrupamiento de camas de hospital
sin uso en calle de Santiago de Chile_ donde está fórmula se convierte en el
comodín de nuestra justificación.
A la aceleración del nuevo modelo de vida donde una máquina
gigante corta una piedra de grandes dimensiones para facilitarnos una muestra de
ella, como símbolo del nuevo comodín, el fetiche, la castración; la repetición
de ellas organizan las ciudades y éstas nuestros modelos de vida.
Para finalizar la composición de esta gran fórmula con la
exaltación del comodín, este símbolo de dimensiones mayores se presenta como el
ofrecimiento de su potencial en sí, como el ofrecimiento de su uso para nuestro
placentero devenir, otra vez se nos vuelve engañoso, en su interior aparecen de
forma sutil tres cables tensados, estos cables se utilizan en las mesas de
operaciones de los quirófanos para seccionar partes de nuestro cuerpo, tal como
se nos presenta este nuevo símbolo: el asterisco, como el elemento, otra vez, castrador.
Una cuarta composición se nos presenta en el eje de la sala que
divide los dos espacios: Asterisco y Antinatural. Dicotomía que vincula las dos ideas
propuestas como complementarias. El blanco frente al negro, dos polos apuestos
que conforman unidad.
La memoria es un bien precioso pero sumamente expuesto a ser corrompido. Múltiples son los procesos y
actitudes alrededor de la memoria, en la condición humana pasa por ser un valor
efímero, siempre vinculado a unos protocolos de uso, a un mantenimiento en el
engranaje de nuestros procesos, a veces impregnados en la retina, a veces en el
baúl del olvido; o los procesos externos que se nos vienen como memoria
(narración) de lo ocurrido. En fin, que esta facultad que le permite al
ser humano retener y recordar hechos pasados,
o en ocasiones, por su ausencia, vivir
la realidad desde otra dimensión. Aquí, en este proyecto expositivo, se nos
ofrece a través de diferentes estadios, donde fotografías recuperadas de
escenas domésticas de los años 50 del siglo pasado aparecen interrogándonos; o
en composiciones donde cada uno de los elementos cuidadosamente seleccionados
nos hablan de enigmas y de recuerdos que no son los nuestros, que no pueden ser
recuperados por la ausencia de la narración en primera persona. La piedras
vuelven a aparecer en las construcciones, en esta ocasión como contenedores de
memoria, testigos mudos que han tenido que soportar el peso del tiempo para
alimentarnos la atracción hacía lo tangible de una realidad inexistente, ¿dónde
queda la memoria?.
La relatividad de todos los procesos vitales en
el ser humano determina la imposibilidad del reconocimiento de lo que es
nuestro, que en ocasiones se nos presenta "tan" pasajero, que en
muchos casos ni siquiera podemos procesar esa experiencia, para acumularse en
la dualidad memoria/olvido.
El último estadio presentado en este contexto, un
conjunto de fotografías adquiridas en el
Persa Bio-Bio de Santiago de Chile (2015). Un niño que es fotografiado
en sus primeros meses de su vida hasta que da sus primeros pasos. Parte de la
memoria personal y familiar, en este caso, es adquirida por unos pesos, una
sociedad en donde todo se compra y se vende, incluso la memoria, hasta alcanzar
el "olvido", para en esta ocasión ayudarnos a entender que el enigma
continúa estando presente. Ni las piedras ni el ser humano son propietarios ni
de la memoria ni del olvido. Quizás sí
nos podrían conducir al encuentro con nosotros mismos a través de ese arma tan eficaz
que llamamos atención. La pura observación se convierte en develadora, objeto
de la transformación donde la verdadera vida está detrás de lo que nosotros
llamamos vida.
Nota.- Las fotografías del niño de meses de vida fueron adquiridas en Persa
Bio-Bio de Santiago en 2015. El personaje central de las fotografías de las
piezas iniciales es la madre del artista, fallecida el mismo año de la
producción de las piezas, después de padecer durante 6 años la enfermedad
Alzheimer.
Artículo en EL MOSTRADOR
Artículo de Carlos Navarrete en el nº 70-71 de la revista internacional art.es