viernes, 22 de abril de 2022

LA CONDICIÓN HUMANA II. Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA). Santa Cruz de Tenerife. 22 de abril de 2022

El proyecto la “Condición Humana II”, con comisariado de Fernando Pérez, revisita

el proyecto homónimo presentado en el Instituto Cervantes de París en el año 2007, en este caso

la propuesta reúne materiales histórico-médicos del Instituto Canario de Bioantropología. Y las instalaciones producidas en los últimos años ÍNTIMO, ENFERMEDAD COLECTIVA y RÉPLICA. Con la actualización de CUSTODIA (2006-2022)

La enfermedad, por tanto, no será otra cosa que un espacio de desorganización, no de un cuerpo,

sino de la cultura, de esa ley impuesta a la naturaleza, que no es otra que la estrategia seguida por

el hombre en su afán por dominar lo azaroso. No es el cuerpo lo que falla, ni siquiera la enfermedad,

sino las leyes, las normas y las ilusiones que oprimen al cuerpo.

El arte ha reflexionado sobradamente sobre este hecho desde prácticamente sus orígenes.

Diferentes enfermedades han sido documentados plásticamente desde la Antigüedad. A través de

la representación del padecimiento se han ido construyendo distintos modelos iconográficos que

se han acabado convirtiendo en modelos morales. Desde la imagen del leproso, pasando por la

representación recurrente de la locura y la melancolía, el Sida, la tuberculosis o la sífilis. La construcción de las imágenes de la enfermedad ha sido un proceso que se ha llevado a cabo a lo

largo de la historia y que ha sido utilizado en diferentes culturas, sociedades y momentos.

En esta propuesta aparece el coleccionismo médico, que es utilizado para la propuesta CUSTODIA. De larga tradición que comenzó a desarrollarse científicamente durante el siglo XIX, a partir del Positivismo Científico o Positivismo Naturalista en las principales capitales de Europa y América, especialmente en centros universitarios. 

































sábado, 2 de abril de 2022

Vídeo: LA POSIBILIDAD DE LA MÁSCARA BLANCA / THE POSSIBILITY OF THE WHITE MASK

 

 Para visionar el vídeo utilizar el siguiente enlace / To watch the video use the following link:





03:53
4K


Partiendo de la idea de que la historia del arte nos dice que las distintas fases de su desarrollo, concretamente desde principios del siglo XX, han ayudado a romper aquello que lo separa de casi 400 años de continuidad histórica, lineal y progresiva, y que esta ruptura no se refiere a un mero cambio de estilo artístico, sino a algo más importante, como es la refundación del arte: lo que ha dado lugar a otra cosa, que seguimos llamando arte; Curiosamente, esto surge del contexto mismo del arte occidental. Estos experimentos no culminaron en esa única gran verdad que buscaba el arte. Transformarse en esa otra cosa que multiplicaba las posibilidades de hacer “arte” y de pensarlo.

Digamos que estas premisas nos han ayudado a acercarnos a otras propuestas que ya no provienen de la hegemonía occidental, existiendo una fractura en lo normalizado. Estas fracturas también se multiplican no desde el pensamiento artístico, sino que se extienden al pensamiento social y político, con todo lo que ello conlleva en esta situación de confusión generalizada.

La posibilidad de la máscara blanca se presenta como una mesa de debate que alberga su propia prisión. En él hay una composición de elementos que reflexionan sobre lo indígena (y su manipulación occidental), sobre los "otros", sobre la condición humana, sobre la contaminación, el extractivismo, la memoria, las migraciones, y sobre todo poniendo sobre la mesa la fractura que nos separa (Diferentes células del organismo activan sus mecanismos para crear una unión entre los dos extremos del hueso. Además, crean un callo externo e interno de tejido fibroso y cartílago: Quizás deberíamos pensar en los criterios de las leyes naturales para adaptarlo a nuestra forma de pensar).

La máscara es un mecanismo de escape, de lo ritual a lo representacional, que nos ayuda a acercarnos a diferentes modelos de comprensión de lo social. En esta propuesta utilizamos dos mascarillas: Una del continente africano: Ghana; y otra del continente sudamericano: Bolivia. Ambos nos remiten a pensamientos ancestrales. Las migraciones los relacionan en sus intenciones.

Esta mesa-cárcel es el detonante, se complementa con un trabajo videográfico que toma esta propuesta para cerrarla con la acción de tres inmigrantes subsaharianos que se muestra en TV adjunta.

Las máscaras de la tribu Ashanti de Ghana (presentes en la mesa) suelen formar parte de un traje ceremonial y se utilizan en eventos religiosos y sociales para representar los espíritus de los antepasados. Estos rituales suelen ser agrícolas para alejar los malos espíritus y obtener buenas cosechas. Encarna las fuerzas de la fertilidad, la fecundidad y el crecimiento.

La máscara de los Abuelos (Bolivia, Chiquitanía) aunque no se conoce con certeza su origen, la tradición indica que era una forma de burla que los ancianos de San José usaban con los jóvenes chiquitanos, siguiendo las enseñanzas de los misioneros jesuitas recién llegados. Así trataban de disuadirlos de abrazar las nuevas costumbres y también de asustar a los pequeños que se acercaban, seducidos al escuchar los acordes barrocos con los que evangelizaban.

La posibilidad de la máscara blanca se nos presenta como un ritual donde las fracturas sobre las que reflexionar son distintas, sobre todo desde el fracaso del modelo occidental y la necesidad de repensarlo a través del ritual y de nuestros antepasados.

El arte de lo indígena comienza en el territorio del cuerpo, escenario privilegiado de sus expresiones, pero de inmediato se extiende a su entorno inmediato, para sacudir la rutina de la somnolencia y promover en ellos el cumplimiento de sus funciones trascendentales y utilitarias, políticas y funciones lúdicas.

Si bien en el ámbito del arte occidental moderno, forma y función son adversarios irreconciliables, en el del indígena son aliados: el trabajo estético no culmina en la revelación de la belleza.


In english with google translator:


Starting from the idea that the history of art tells us that the different phases of its development, specifically since the beginning of the 20th century, have helped to break that which separates it from almost 400 years of historical, linear and progressive continuity, and that this rupture does not refer to a mere change of artistic style, but to something more important, such as the refoundation of art: what has given rise to something else, which we continue to call art; Curiously, this arises from the very context of Western art. These experiments did not culminate in that one and only great truth that art sought. Transforming into that other thing that multiplied the possibilities of making "art" and of thinking about it.

Let's say that these premises have helped us to get closer to other proposals that no longer come from Western hegemony, there being a fracture in the normalized. These fractures also multiply not from artistic thought, but rather extend to social and political thought, with all that this entails in this situation of generalized confusion.

The possibility of the white mask is presented as a discussion table that houses its own prison. On it there is a composition of elements that reflect on the indigenous (and its Western manipulation), on the "others", on the human condition, on pollution, extractivism, memory, migrations, and above all putting on the table the fracture that separates us (Different cells of the organism activate their mechanisms to create a union between the two ends of the bone. In addition, they create an external and internal callus of fibrous tissue and cartilage: Perhaps we should think about the criteria of natural laws to adapt it to our way of thinking).

The mask is an escape mechanism, from the ritual to the representational, that helps us approach different models of understanding the social. In this proposal we use two masks: One from the African continent: Ghana; and another from the South American continent: Bolivia. Both of them refer us to ancestral thoughts. Migrations relate them in their intentions.

This table-prison is the trigger, it is complemented by a videographic work that takes this proposal to close it with the action of three sub-Saharan migrants that is shown on attached TV.

Masks from the Ashanti tribe of Ghana (present on the table) are often part of a ceremonial costume and are used in religious and social events to represent the spirits of the ancestors. These rituals are often agricultural to ward off evil spirits and obtain good harvests. It embodies the forces of fertility, fecundity and growth.

The mask of the Grandparents (Bolivia, Chiquitanía) although its origin is not known with certainty, tradition indicates that it was a form of ridicule that the elders of San José used with the young Chiquitanos, following the teachings of the recently arrived missionaries Jesuits. It was the way they tried to dissuade them from embracing the new customs and also to scare the little ones who approached, seduced to listen to the baroque chords with which they evangelized.

The possibility of the white mask is presented to us as a ritual where the fractures on which to reflect are different, especially since the failure of the Western model and the need to rethink it through ritual and our ancestors.

The art of the indigenous begins in the territory of the body, the privileged scene of its expressions, but it immediately spreads to its immediate environment, to shake the routine out of drowsiness and promote in them the fulfillment of its transcendental and utilitarian, political and playful functions.

Although in the realm of modern Western art, form and function are irreconcilable adversaries, in that of the indigenous they are allies: aesthetic work does not culminate in the revelation of beauty.

LA POSIBILIDAD DE LA MÁSCARA BLANCA. Casa África. Las Palmas de Gran Canaria. España

Enmarcada en el contexto del proyecto MÁSCARA MIGRANTE Francis Naranjo presenta esta vídeo-instalación del 2 de abril - 25 de mayo del 2022 en la Sala Sahel de Casa África.

La posibilidad de la máscara blanca. 2021/22

 

Partiendo de la idea que la historia del arte nos indica que las diferentes fases de su desarrollo, concretamente desde el inicio del siglo XX, han ayudado a la ruptura que lo separa de casi 400 años de continuidad histórica, lineal y progresiva, y que esta ruptura no se refiere a un mero cambio de estilo artístico, sino a algo más importante, como es la refundación del arte: lo que ha dado lugar a otra cosa, que seguimos llamando arte; curiosamente esto surge desde el propio contexto del arte occidental. Estos experimentos no culminaron en esa y única gran verdad que buscaba el arte. Transformándose en esa otra cosa que multiplicó las posibilidades de hacer "arte" y de pensarlo.

Digamos que estas premisas han ayudado a que nos podamos acercar a otras propuestas que ya no provienen de la hegemonía occidental, existiendo una fractura en lo normalizado. Estas fracturas igualmente se multiplican ya no desde el pensamiento artístico, sino que se amplían al pensamiento social y político, con todo lo que conlleva en esta situación de confusión generalizada.

La posibilidad de la máscara blanca se presenta como una mesa de discusión que alberga su propia cárcel. Sobre ella se dispone una composición de elementos que reflexionan sobre lo indígena (y su manipulación occidental), sobre los "otros", sobre la condición humana, sobre la contaminación, el extractivismo, el suvenir, migraciones, y sobre todo poniendo sobre la mesa la fractura que nos separa (Diferentes células del organismo activan sus mecanismos para crear una unión entre los dos extremos del hueso. Además, crean un callo externo e interno de tejido fibroso y cartílago: Quizás debamos pensar el criterio de las leyes naturales para adecuarlo a nuestra modo de pensar).

La mascara es un mecanismo de escape, desde lo ritual hasta lo representacional, que nos ayuda a acercarnos a modelos diferentes de entender lo social. En esta propuesta utilizamos dos máscaras: Una del continente africano: Ghana; y otra del continente sudamericano: Bolivia. Ambas dos nos remiten a pensamientos ancestrales. Migraciones las relacionan en sus intenciones.

Esta mesa-cárcel es el detonante, se complementa con un trabajo videográfico que toma esta propuesta para cerrarla con la acción de tres migrantes sub-saharianos que se recoge en TV anexa.

La máscara de la tribu Ashanti de Ghana (presente en la mesa) son a menudo parte de un traje ceremonial y se usan en eventos religiosos y sociales para representar los espíritus de los antepasados. Estos rituales son a menudo agrícolas para alejar a los malos espíritus y obtener buenas cosechas. Encarna a las fuerzas de la fertilidad, fecundidad y crecimiento.

La máscara de los Abuelos (Bolivia, Chiquitanía) si bien no se sabe con certeza su origen, la tradición señala que era una forma de burla que los mayores de San José utilizaban con los jóvenes chiquitanos, que seguían las enseñanzas de los recién llegados misioneros jesuitas. Era la forma como intentaban disuadirles a que abrazaran las nuevas costumbres y también de asustar a los más pequeños que se acercaban, seducidos a escuchar los acordes barrocos con los que se evangelizaba.

La posibilidad de la máscara blanca se nos presenta como ritual donde son diferentes las fracturas sobre las que reflexionar, sobre todo desde el fracaso del modelo occidental y la necesidad de replantearlo a través del ritual y de nuestros ancestros.

El arte del indígena comienza en el territorio del cuerpo, escena privilegiada de sus expresiones, pero enseguida se propaga a su entorno inmediato, para sacudir de la modorra la rutina y promover en ellas el cumplimiento de sus funciones trascendentales y utilitarias, políticas y lúdicas.

Si bien en el ámbito del arte occidental moderno, forma y función son adversarias inconciliables, en el del indígena son aliadas: el trabajo estético no culmina en la revelación de la belleza.
















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